TE HALLE UNA SIESTA...

Te hallé una siesta abierta como una roja fruta
y sentí la invasión de un olor a maderas
Una agreste fragancia de humedad y semillas
brotó de las axilas de la tierra.
.
Y fue la danza de los remolinos
trenzando hojas con sudor y arterias
Tejiendo con mis ojos y tu pelo
un chal desesperado de vahídos
para cubrir los muslos y los senos
en el supremo instante de sábanas mordidas
y de piel estrujada entre los dedos.
..
¡Qué ráfagas de viento huracanado!
¡Qué chasquidos de cables
cediendo a la tensión de enormes olas!
¡Qué estrépito de campanarios desplomados!
¡Qué bárbaro ese trópico estallando en la sangre!
Y la tarde encendida en hoguera de huesos.
…
Volví después en un lento regreso
Pero no pude establecer de dónde
No sé si del Oeste, del nadir de algún sueño
No sé si del reverso de las cosas.
….
Pero volví pisando los horarios quietos
Emergiendo de espesas cerrazones
Si para convencerme de que no me había muerto
mis labios suavemente pronunciaron tu nombre.
.
Autor: ALBERTO SZRETTER
Imágen: Sol ardiente de junio. 1895
F.Leighton (1830-1896)